A día de hoy, estamos totalmente acostumbrados a que el dinero forme parte casi constante de nuestras vidas. Está por todas partes, presente en casi cualquier actividad que hagamos o cualquier bien que intercambiemos, casi todo cuesta o da dinero. Pero ¿qué es eso a lo que llamamos dinero?
Todos creemos saberlo, al fin y al cabo lo manejamos cada día, pero si miramos un poco más en profundidad, nos daremos cuenta de que no lo teníamos tan claro.
Por mi parte, ya hace tiempo que me di cuenta de que no sabía nada sobre el dinero y por tanto mi relación con él no estaba siendo la correcta. Posteriormente he visto en mucha gente ese mismo problema, casos de malestar por el hecho de cobrar por algo, un uso irracional de recursos (dinero) porque la persona «no se preocupa por eso», odio o admiración hacia los que tienen mucho o los que viven con poco.
Todo esto es normal, porque nadie nos ha enseñado, la educación financiera proporcionada por los gobiernos es inexistente. Y no creo que sea algo fortuito. Por ese motivo, y para intentar arrojar un poco de luz sobre este tema, he escrito este artículo. Si quieres aprender más sobre el dinero, sigue leyendo.
Historia del dinero
Hay muchas formas de definir el dinero y, aunque a día de hoy puede llegar a ser un concepto complejo, debido a cómo es creado y al papel que juega en la economía, si miramos cómo ha evolucionado desde sus inicios, resulta más fácil entender qué es el dinero y para qué sirve.
En la antigüedad cualquier cosa era susceptible de ser utilizada como dinero, cada individuo acumularía riqueza en forma de aquellos bienes menos perecederos y más ampliamente aceptados que produjese. Por ejemplo, un cazador guardaría las pieles, un artesano su vasijas, etc. Es el llamado dinero mercancía.
Pero este sistema tiene algunos problemas bastante graves, ya que no todos los materiales son aceptados en todas partes, tienen un volumen o peso excesivos, o son susceptibles de deteriorarse con el paso del tiempo. Debido a esto, la tendencia natural va hacia acumular materiales que no presenten estos problemas. Ahí es cuando las piedras y los metales preciosos comienzan a postularse como buenas soluciones por varios motivos:
- Acumulan mucho valor en poco espacio y peso, lo que los hace prácticos.
- Son ampliamente aceptados. Todas las sociedades llegaron a conclusiones similares aún evolucionando por separado.
- No se deterioran con facilidad. Resisten el paso del tiempo.
- Son limitados y relativamente escasos, lo que evita cambios repentinos de su valor.
De entre estas mercancías preciosas, los metales tienen una ventaja sobre las piedras, y es que son más fáciles de fraccionar y moldear. Además, de entre los metales preciosos más usados en la antigüedad, oro, plata y cobre, el primero es el más escaso, y por tanto el más valioso.
Todas estas características hicieron que el oro fuera durante muchos siglos el mejor material para ser utilizada como dinero.
Pero poseer oro y guardarlo uno mismo no estaba exento de peligros. Algunos asumían el riesgo, otros más pudientes gastaban recursos en proteger su oro ellos mismos mediante vigilancia, cajas fuertes, etc (les llamaremos guardianes).
En un momento dado, estos guardianes comienzan a guardar también el oro de otras personas, a cambio de una comisión. A estas personas les entregarán una nota firmada por el guardián indicando la cantidad de oro depositada en la caja fuerte. Con el tiempo, las personas comenzaron a aceptar esas notas como medio de pago, ya que era mucho más fácil intercambiar la nota que ir a recoger el oro con la nota, entregarlo y volver a depositarlo. Y así es cómo nacerían los primeros billetes.
Como ya habrás imaginado, esos guardianes se convirtieron en los actuales banqueros. Y se dieron cuenta de algo, las «notas de cambio» eran tan prácticas que los dueños del oro raramente acudian a retirarlo, con lo que aprovecharon la oportunidad y comenzaron a realizar préstamos por el oro que permanecía depositado. En un momento dado, para incentivar a los dueños del oro a que no lo retiraran, comenzaron a pagar un interés (menor que el que ellos recibían por los préstamos) a los dueños del oro.
Llegado un punto, la cantidad de dinero impreso y el oro almacenado por bancos y países dejó de estar correlacionada, ya nadie creía que con su dinero pudiera retirar una cantidad concreta de oro. Era un simple espejismo. Finalmente, se acaba oficialmente con «el patrón oro» a través del tratado de Bretton Woods de 1944, a partir del cual todas las monedas del mundo tomarán como referencia al dólar.
Todo esto se sigue complicando aún más hasta el día de hoy, pero en esencia, lo que ocurre es que se puede crear dinero de manera infinita, bien sea imprimiendo dólares o emitiendo deuda. Pero al fin y al cabo, ya no hay nada detrás del dinero, simplemente la confianza en que los demás van a aceptar tu dinero como medio de pago.
Si quieres entender todo esto con un poco más de detalle, te recomiendo ver el documental «el dinero es deuda». Simple y cutre, pero esclarecedor y, por qué no, también aterrador.
Propiedades
Una vez entendido de dónde viene y qué hay detrás del dinero a día de hoy, me gustaría entrar en algo que es todavía más importante de cara a definir una relación sana con el dinero: sus usos prácticos, características y ética.
El dinero alberga un gran poder en este tipo de sistema socio-económico en el que vivimos, y no tener una relación sana con él nos llevará a un fracaso asegurado. No es tan importante la cantidad de dinero que tengamos, sino nuestra relación con él. Muchos ganadores de lotería, futbolistas y gente que ha recibido grandes sumas de dinero sin tener preparación para ello han arruinado sus vidas.
Estas son algunas características que me parece interesante conocer:
- Es práctico. Como hemos visto, sería muy difícil andar por ahí con nuestro oro a cuestas o la cosecha de tomates para comprar una tele. El dinero soluciona muchos y graves problemas para facilitar el comercio y, por tanto, nuestra calidad de vida. Creo que no hay vuelta atrás, el dinero puede tomar nuevas formas, pero ha venido para quedarse.
- Es neutro. No es ni bueno ni malo, todo depende del uso que se le dé, con lo que la moralidad del dinero recae solamente sobre el poseedor y no sobre el dinero en sí. El dinero no es codicioso, sólo las personas lo son. Por lo que no se puede juzgar a alguien por la cantidad de dinero que posea, sino por el uso que haga del mismo.
- No te convierte en materialista tenerlo. Es común pensar que quien tiene dinero es materialista, «porque si no, se lo gastaría». Es decir, si guarda dinero, ahorra. Está acumulando un bien material como es el dinero y, por tanto, esa persona es materialista. ¡Error! El dinero es sólo un medio y, por tanto, no tiene por qué traducirse en bienes materiales necesariamente, también puede intercambiarse por servicios, experiencias o tiempo. Personalmente, pienso en el dinero que tengo y que ahorro como «créditos de libertad».
- Te permite votar cada día. Las elecciones son cada cuatro años, al menos en España, de tarde en tarde hay algún referéndum, pero usamos nuestro dinero cada día. Cada día decidimos qué compramos y que no, todo el tiempo. Desde si pagamos el billete del bus o llenamos el tanque de gasolina. Si comemos en un Burger King, compramos en el súper o en la tienda de la esquina. Una marca u otra. Todo el tiempo elegimos, cada vez que entregamos un billete o pasamos la tarjeta estamos votando por eso que estamos comprando. Las conversaciones de bar o salón no cambian el mundo. En un sistema capitalista lo que vale, lo que vota, es en qué gastamos nuestro dinero.
- Es el medio, no el fin. El dinero puede traducirse en muchas cosas: bienes, servicios, experiencias, tiempo, libertad. Con estas herramientas, usándolas correctamente, no es difícil ser feliz. Es tan obvio que el dinero puede mejorar nuestra vida y que pudiendo acceder a estas herramientas seremos más felices, que automáticamente nos ponemos manos a la obra para conseguir más dinero, al fin y al cabo, esa es la parte difícil. Pero tras un tiempo de estar totalmente absorbidos en esa tarea, es fácil que se nos olvide el por qué estamos interesados en generar ese dinero. Que nos olvidemos del objetivo real. Y obtener dinero pase a ser el fin en sí mismo. Por eso no lo olvides, para que tu relación con el dinero no se convierta en algo tóxico, has de tener siempre claro que se trata simplemente de un medio para conseguir tus objetivos y no el fin en sí mismo.
Como hemos visto, el dinero tiene mucho sentido en nuestra sociedad y es una pieza clave en el sistema capitalista en el que vivimos. Aprender cómo funciona es imprescindible para poder entender el mundo a nuestro alrededor y poder tomar mejores decisiones. Por otro lado, es mucho más fácil conseguir acumular una cantidad razonable de dinero si entendemos bien cómo funciona, para qué sirve y evitamos caer en dilemas morales al respecto.
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Comentarios: Ahora es tu turno, ¿qué es para ti el dinero?
Foto de portada: Foto frente al Banco Central Europeo (BCE) en Frankfurt, Alemania.
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