Hace ya algo más de tres años hice un curso de Coursera que mejoró mi vida de forma inmediata y duradera.
Aún hoy sigo disfrutando de sus beneficios y creo que será algo que me acompañará el resto de mi vida.
Ha sido la mejor inversión de tiempo que he hecho nunca. Tiempo invertido directamente en felicidad y con buenísimos resultados.
Queda claro mi entusiasmo ¿verdad?
Pues a pesar de que he transmitido este entusiasmo a decenas de personas durante este tiempo, solo tengo constancia de que una haya realizado el curso y probablemente era a quien menos falta le hacía.
No voy a cejar en mi empeño de recomendar algo que me ha hecho tanto bien y por eso he escrito este post.
En él, trato de sintetizar las enseñanzas que extraje para que te sea más rápido hacerte una idea.
Si te gusta el planteamiento, al final pondré los links para que puedas acceder directamente al curso y al libro (El curso es gratis y el libro muy barato, en cualquier caso, yo no me llevo nada).
Índice de contenidos
Tres deseos
Imagina que un Genio 🧞 todopoderoso aparece ante ti y te concede tres deseos. Te indica que para él nada es imposible, que puedes pedirle cualquier cosa que imagines sin restricción. ¿Qué tres deseos le pedirías?
Quiero que le dediques un minuto a pensar en los tres deseos que pedirías, es importante que pares de leer, cierres los ojos y elijas con sumo cuidado esos tres deseos y luego los escribas en algún sitio.
¿Ya los tienes escritos? ¿Seguro? No me hagas trampas que te veo 😑
¿Qué has pedido?
No voy a intentar adivinar cada uno de tus tres deseos, pero me aventuro a decir que «ser feliz» no se encuentra entre ellos, o si lo está estará acompañado de algún deseo más.
¿Qué significa esto?
Significa que, aunque todos tenemos claro que la felicidad es un objetivo muy importante en nuestras vidas, a menudo perdemos el foco y quedamos atrapados persiguiendo otros objetivos intermedios.
Objetivos intermedios
Con toda seguridad, esos objetivos los escogemos porque pensamos que nos ayudarán a ser más felices, pero con el paso del tiempo es posible que olvidemos el objetivo principal y ya solo persigamos los objetivos intermedios, sin volver a evaluar si realmente están ayudando a hacernos más felices o no.
Algunos objetivos intermedios comunes suelen ser: Sueldo, estatus, poder, fama, posesiones, confort, curriculum, followers, apariencia, etc.
Tú, que eres inteligente y capaz, es posible que también persigas alguno o varios de ellos y que no te vaya mal, o incluso que te vaya muy bien, pero que no seas feliz, o al menos no tan feliz como pensabas que serías cuando decidiste perseguir estos objetivos.
¿Por qué? Dos motivos:
- Porque muchos de estos objetivos intermedios son ya de por sí un error. No ayudan a hacerte más feliz sino todo lo contrario. Otros pueden ayudar, pero solo si sabes manejarlos de la manera adecuada; si no pueden hacerte más mal que bien.
- Porque la felicidad no es un destino que se esconda al final de un solo camino. Llegas hasta allí y ya eres feliz para siempre. No funciona así.
Cómo funciona la felicidad
La felicidad es como un globo 🎈, pero uno con varios agujeros.
Hay que ocuparse de inflarlo continuamente para que no se quede como una uva pasa en cuatro días.
Y también de reducir los agujeros tanto como podamos para que sea más fácil mantener el globo muy muy grande durante más tiempo.
¿Quieres saber cómo podemos hinchar el globo y tapar los agujeros? De eso trata el curso, y el post.
La receta infalible para estar más feliz
Como he dicho, la felicidad es un estado no un destino, por lo que no tienes que buscar ser feliz, sino estar feliz y sostenerlo.
Para ello tendrás que mantener el globo muy lleno de aire, cuanto más mejor.
A continuación, te explico los 7 hábitos que te ayudarán a inflar el globo y los 7 «pecados» que has de evitar para así reducir las fugas de aire.
1) Menospreciar la felicidad
Puede sonar obvio, pero lo hacemos mucho.
Estamos tan enfocados en perseguir los objetivos intermedios que menospreciamos el objetivo de la felicidad en detrimento de algún objetivo intermedio.
Es algo parecido a lo que puede que te haya pasado en un bufé libre, o al peso.
Como vas a pagar lo mismo, tienes la tendencia de elegir aquellas cosas que sabes que son más caras en lugar de otras que quizás sean más baratas pero que te gusten más, o sean mejores para tu salud.
Esto es anteponer una mejor relación coste/beneficio a una mejor relación coste/felicidad.
Se puede extrapolar a muchas más situaciones vitales. Tiempo trabajo vs tiempo amigos, mayor salario vs menor realización, etc.
Priorizar la felicidad
El hábito que puedes incorporar para mejorar en este aspecto es el de «priorizar la felicidad», aunque sin perseguirla activamente.
Es decir, tener en cuenta el factor «felicidad» a corto y largo plazo al tomar decisiones y priorizarlo, pero no perseguir la felicidad continuamente, porque esto tendría un efecto contrario.
Para entenderlo mejor podemos comparar la felicidad con el acto de conciliar el sueño.
Para dormir bien es importante crear unas condiciones adecuadas, cena ligera, silencio, luz, etc.
Pero, aunque hayamos hecho eso, si nos metemos en la cama pensando “duérmete”, “duérmete” … pues bueno ¡ya sabes que funciona fatal!
2) Buscar la superioridad
El segundo agujero que desinflará nuestro «globo» es enfocarnos en ser superiores a los demás.
Tener un sueldo mayor que la gente a tu alrededor, tener una casa más grande que tu vecino, un coche mejor que el de tu amigo, un puesto más alto para destacar entre tus colegas de trabajo, etc. etc.
O lo que es lo mismo, determinar tu éxito en función del de otras personas.
Esa carrera por ser más y mejor que los demás solo tiene un resultado posible, el sentimiento de escasez y frustración.
Por mucho que ganes, siempre habrá alguien que gane todavía más, que tenga una casa aún más grande, un coche más caro (o varios), un puesto más alto, más tiempo libre, que sea mejor deportista que tú…
Puede que tú prosperes, pero entonces pasarás a compararte con los del siguiente escalón y entonces vuelta a empezar. Incluso puede que llegues a ser el mejor del mundo en alguna disciplina, pero entonces te comenzarás a comparar en otras en las que no lo eres.
Es como un espejismo, cuando lo alcanzas desaparece y aparece de nuevo más lejos.
El Flow
La alternativa es perseguir el «Flow».
¿Alguna vez has jugado al ping pong, tenis o algún otro juego con alguien que tiene el nivel justo para ti?
Ni muy bueno ni muy malo, quizás un poco mejor que tú, pero no mucho. Cuando eso sucede hay un punto de tensión que te mantiene alerta, obligándote a esforzarte, a aprender de la otra persona para poder batirla. Un punto donde sientes que te diviertes, que te enfrentas a un reto y que además te hace crecer, pero sin estar estresado ni frustrarte. Eso es el Flow.
Y eso es lo que te propongo que persigas en lugar de la superioridad.
Sin comparaciones ni carreras con nadie.
Solo preocupándose de aprender, crecer y disfrutar.
De mantenerte en ese punto de Flow.
De esta forma crecerás y mejorarás más que con cualquier búsqueda de superioridad comparativa. Y como además disfrutarás te será mucho más fácil mantenerlo en el tiempo, con lo que aun sin buscarlo, los resultados a la larga serán estupendos.
Y, por si fuera poco, también te ayudará a mantener alto tu nivel de felicidad.
3) Desesperación por el afecto
Está demostrado que el afecto y la conexión con otros seres humanos es factor indispensable para mantener altos nuestros niveles de felicidad. Te animo a leer este artículo.
Es, de hecho, el factor más importante de los siete que te estoy explicando.
La gente que manifiesta unos niveles de felicidad muy altos tiene como común denominador una red social fuerte y sana.
La situación opuesta tiene un efecto devastador en nosotros, la soledad produce unos sentimientos negativos tan intensos como el daño físico.
De alguna forma todos lo sabemos o al menos lo sentimos. Pero no todos nos comportamos de la manera más adecuada para propiciar esas relaciones de afecto sanas y satisfactorias.
Nuestras inseguridades sociales pueden hacer que nuestro comportamiento hacia los demás termine siendo de «necesidad» o «rechazo».
Ambos comportamientos llevan hacia la soledad.
Por naturaleza, tendemos a rechazar a aquellos que están demasiado disponibles o desesperados por afecto y, terminamos desistiendo de aquellos que habitualmente rechazan las interacciones sociales y afectivas.
Lo ideal es evitar esos dos extremos y vivir en un punto intermedio.
No tenemos control sobre la actitud de los demás hacia nosotros, pero hay algo que sí podemos hacer por nosotros mismos para mejorar en este punto.
Generosidad
La generosidad se puede expresar de muchas maneras, no solo dando regalos o donando dinero, también es generosidad ser amables y pacientes, ayudar con cualquier tipo de problema o dificultad, compartiendo nuestro conocimiento o nuestro tiempo.
Esto no significa que tengas que dejarlo todo y ponerte en cuerpo y alma a solucionarle todos los problemas a los demás. Se trata de ser generoso, no de ser tonto.
Ser selectivos con nuestra generosidad para aplicarla allí donde veamos que vamos a maximizar los resultados positivos para el receptor y a la par sea sostenible para nosotros y no termine quemándonos. Ese sería el punto ideal.
4) Ser demasiado controlador
La vida está llena de incertidumbres, pero a nuestra mente no le gustan nada, así que trata de eliminarlas o controlarlas.
Por esto intentamos dar explicación y tener bajo control desde pequeñas cosas hasta grandes preguntas, como ¿qué ocurre después de la muerte?
Y obtenemos satisfacción teniendo el control o la sensación de que lo tenemos. Este es el motivo por el que muchas personas persiguen el poder con tanta determinación.
Pero el mundo es azaroso y, las personas a nuestro alrededor gozan de libre albedrío, por lo que esa incertidumbre, por mucho que lo intentemos, nunca desaparecerá completamente.
Cuando los resultados no sean los que esperábamos nos sentiremos frustrados y cuando las personas no se comporten como queríamos nos sentiremos defraudados o traicionados.
Con lo que debemos tener cuidado es con el control que pretendemos ejercer sobre otras personas y sobre eventos o sucesos externos a nosotros.
Intentar controlar a los demás solo nos traerá emociones negativas, así como aferrarnos firmemente a un resultado concreto para algún evento.
Pero la falta de control también afectará negativamente a nuestros niveles de felicidad; entonces, ¿qué podemos hacer?
La respuesta es: aumentar el control sobre nosotros mismos.
Conseguir control interno
No todos los tipos de control o de poder de decisión son malos. Tener libertad para elegir y para decidir aumenta tus niveles de felicidad.
Lo ideal es tener una preferencia y trabajar de cara a un resultado deseado, pero no cerrarte a que esa persona actuará de la forma que quieres o el evento tendrá como resultado aquello que era tu preferencia.
Cuando tu preferencia no se materialice, simplemente evaluarás la nueva situación y actuarás en consecuencia. No es el fin del mundo. Y muchas veces un resultado teóricamente negativo termina derivando a la larga en un escenario mucho más positivo. Seguro que sin mucho esfuerzo encuentras algunos ejemplos en tu propia vida.
Está bien perseguir un resultado que a priori valoras como «mejor» pero la clave es no obsesionarse y, si ese resultado no se da, pensar en las nuevas opciones que aparecen ante ti, valorar qué camino vas a tomar y ponerte en marcha, sin perder el tiempo en lamentos, enfado, frustración o cualquier otra emoción negativa.
Esas reacciones no te ayudarán a cambiar el resultado, solo te causarán daño y evitarán que comiences a ponerte manos a la obra para trabajar con el nuevo escenario que se abre ante ti.
Lo mismo ocurre con las personas. Nadie quiere estar bajo el control de nadie. Así que, si tratas de ejercer tu control sobre otras personas, no permitiéndoles ejercer su voluntad libremente, esto necesariamente se volverá en tu contra.
Hay dos cosas más que puedes hacer:
- Aprender a gestionar tus emociones. Se dice pronto, pero es un tema que da para muchos libros 🙂
- Buscar el control sobre tu cuerpo. Eso lo conseguirás llevando un estilo de vida saludable, ocupándote de tener un sueño suficiente y de calidad, comiendo sano y haciendo ejercicio físico.
5) No confiar en los demás
La desconfianza nos suele traer más disgustos que beneficios.
Vivimos atemorizados por lo que vemos en las noticias y periódicos. Parece que ocurren muchas cosas malas, así que nos ponemos a la defensiva para que no nos pase a nosotros.
Pero la realidad no tiene correlación con lo que aparece en las noticias, la realidad es mucho menos trágica.
Lo sé por experiencia, he viajado por todo el mundo, por varios países teóricamente muy peligrosos, y el peligro está ahí, pero en una proporción mucho menor de lo que pudiera parecer al ver las noticias.
Siempre mis niveles de alerta han bajado a las pocas horas de cruzar la frontera y comprobar que mi nivel de desconfianza era demasiado alto.
Si aún no me crees, piensa. ¿Cuántos hechos trágicos de los que se ven en las noticias has vivido a lo largo de tu vida? Y, en caso de que haya sido alguno, que ya es raro, ¿el resultado ha sido tan horrible para ti?
La desconfianza nos aleja de las personas y no ayuda a cultivar relaciones satisfactorias. Esta es una causa clara para que nuestro globo de la felicidad se desinfle.
¿La solución? Confiar más en los demás, invertir la espiral de confianza.
Confianza inteligente
Verás que si otorgas más confianza a los demás, también te convertirás en una persona más confiable. En general, no solo para quien ha recibido tu muestra de confianza. Eso tendrá un efecto muy positivo en ti.
Eso sí, siempre con inteligencia, guiándote por tu instinto y por tu razón.
No se trata de dejar la cartera encima de la barra del bar e irte al baño como gesto de confianza en el universo.
Sería más bien mirar a los ojos a esa persona que tienes a tu lado en la playa y pedirle si puede vigilar tus cosas mientras te das un baño. O confiar en tu compañero de trabajo para que cubra tu puesto en una reunión a la que sueles asistir tú.
Analiza la situación, escucha a tu instinto, pero dale un voto de confianza a quien tienes delante si tus alarmas no se han disparado.
6) Búsqueda desinteresada de tu pasión
Para estar felices necesitamos tener un propósito, perseguir algún objetivo, tener una dirección en la que avanzar y sentir que hay un progreso que se va materializando.
El problema viene cuando esa búsqueda de un propósito es demasiado rígida, cuando determinamos con firmeza que ciertos eventos son muy positivos o negativos para nuestros propósitos y sobrereaccionamos.
La realidad es que nuestra capacidad predictiva es bastante mala. Adivinar los resultados a medio y largo plazo de nuestras acciones suele no salir como esperábamos.
Un ejemplo pueden ser los matrimonios y divorcios, percibidos a priori como eventos muy positivos y negativos pero que se tornan con cierta frecuencia en todo lo contrario 🤷
¿Será bueno? ¿Será malo? ¿Quién sabe?
Hay una historia que me encanta y que encapsula perfectamente lo que quiero decir. Este chico la cuenta muy bien y en solo dos minutos:
(Él lo ha traducido como «Buena suerte, mala suerte, tal vez.» El mensaje es el mismo 🙂)
¿Quiero decir con esto que debes ir por la vida sin que nada te importe una mierda? Y peor ¿sin celebrar tus éxitos? Pues no, no es eso.
Lo que digo es que debes perseguir con ilusión aquellos propósitos que te marques, que tengan sentido para ti, avanzando hacia ellos con «flow», pero aceptando los vaivenes de la vida con sosiego, sopesando la nueva situación sin alarmismo, analizándola y reorientando tu rumbo hacia donde te parezca que tiene más sentido en cada momento.
Sin poner expectativas sobredimensionadas y construir castillos en el aire tras tener éxito en un objetivo que perseguías y sin hundirte cuando algo por lo que has trabajado duro no salga como te hubiera gustado.
Porque, ¿Será bueno? ¿Será malo?
¿Quién sabe?
7) Adicción a la mente
Dicen que nuestra mente es como un mono salvaje y loco picado por un escorpión, no hay forma de controlarlo ni de saber cuál es la rama a la que saltará a continuación.
Esto nos produce desasosiego y muy habitualmente drena nuestro globito 🎈 de felicidad.
El mono siempre será un mono, pero hay formas de calmarlo y apaciguarlo para que se comporte un poco mejor.
La técnica de la meditación o «mindfulness» es la mejor que conozco.
La meditación
Tranquilo, no es necesario hacerse fiel de ninguna religión para practicarla, es una técnica totalmente laica (si eso te preocupa).
No hace falta que creas en nada ni en nadie, solo trabajar con tu mente y tus pensamientos.
La idea es, que mediante la atención en un objeto de meditación (bien puede ser físico o mental) intentes concentrarte en el momento presente… observando los pensamientos y emociones que te aborden como un mero espectador.
Comencé a meditar hace algunos años y ya el primer día quedé impresionado con la efectividad de esta técnica. La calma en la que queda tu mente es maravillosa y con la práctica es cada vez mejor.
Sin duda ha incrementado mis niveles de felicidad y por eso intento meditar cada día.
Para empezar, te aconsejo que busques un centro o curso de meditación serio, meditar no es hacer relajación, son dos cosas distintas.
Qué hacer si quieres profundizar y aprender más
Hasta aquí mi resumen y visión personal del curso.
¿Te has quedado con ganas de más y de ahondar en el tema?
Tienes dos opciones:
Personalmente te recomiendo el curso porque hay muchos videos y es muy ameno. En el libro está igualmente la esencia y es muy bueno, pero el formato es lógicamente mucho más limitado.
Si quieres más información esta es la web del proyecto happysmarts (En inglés)
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Foto de portada: Tomada en el carnaval de Rio de Janeiro, 2018. Se nos ve felices ¿verdad? 🤗
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